Me acordaba de ese día, ¿sabes... ? Aquél en el que me sonreías, no parabas de hacer bromas demasiado ocurrentes, exagerabas tus gestos hasta conseguir una carcajada, tomabas el pelo, aligerabas cosas de importancia, y todo para dar luego un buen consejo. Todos los tuyos me parecieron buenos entonces. Luego, te dabas la vuelta, venías hacia mí y decías "Que Dios te bendiga". Sin más. Lo cierto es que ya lo tenías todo ganado aquella tarde antes de volver a casa.
¿Qué queda ahora? Debí haberte visto venir. No es justo. Nada es suficientemente justo contigo. Justicia. La utopía sólo comparable a la Verdad absoluta. Tu verdad. Déjame decirte ahora, que ya todo lo que exprese poco puede importar, que sólo has podido ver tu verdad como algo cierto. Y te digo que eso no es justo. Precisamente te necesitaba más que a nadie, porque pensaba que sabías lo necesario para seguir a mi lado. ¿Me escuchaste alguna vez?
Y sí... sé que debí haber cogido ciertos buenos hábitos contigo. Pero sinceramente, pensaba que tú y yo no los necesitábamos, que bastaban las miradas cómplices para decirnos a qué velocidad latía nuestro pulso, en sintonía. No te reprocho nada, no te guardo el más mínimo rencor, y no pretendas que vuelva a ti. Para eso mis ojos se cansaron de seguir tus pasos.
Sólo quería decirte con todo esto... que hoy he vuelto a pensar en ti mientras caminaba sola.
Tan sola como siempre."
2 comentarios:
Me encanta.Y la foto es de lo mejor, como toda la entrada en sí.
Gracias, mi niña. Reconforta oírlo.
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