17.8.09

Because we love people - Daniel Farrell


La gente.
Hace nada, una persona especial me planteó una duda: "¿Eres capaz de odiar a la gente?". He de reconocer que me quedé plantada durante unos segundos, pensando. Un "NO" rotundo nos sacó una sonrisita cómplice. No, no es posible odiar a la gente sin odiarse a sí mismos un poco. Ese es el terrible dilema. La tecla que unifica el universo. El odio y el amor. El todo.

A veces se me ha ocurrido pensar que el odio es el fruto de la falta de amor. Se nos enseña el amor de la mano de nuestros padres. En consecuencia, si nos ha faltado el cariño de ellos, tenemos una laguna que inevitablemente se convierte en imán de inseguridades y miedos.

Pero esto quizá sea otro tema... para otro momento del café.

Pero lo que quería decir es que el amor podría bien ser entendido como una síntesis de sentimientos y facetas positivas de la humanidad, en vez de confundirlo a veces con sucedáneos de pasiones desbocadas, viciosas y asesinas. Por lo tanto, el amor no puede generar odio por sí solo. Y ese pensamiento me llevó a la negativa; al NO. No me odio, tan sólo tengo algún defecto que se puede superar a pesar de los obstáculos. No odio a la gente... a ellos les ocurre lo mismo, cada uno lleva su cruz. No odio nada, que yo sepa. De momento.

Y también hay otra razón. Me gusta la gente. Es así de simple. Me encanta. Pensadlo: el rostro, los ojos, esa forma tan peculiar de nuestra nariz, los pómulos... labios. Y el resto del cuerpo. No es desdeñable la idea de que, claro, como yo también soy humana, obviamente me siento atraída por humanos. Bien, queridos... (¿o también debo decir queridas?), ¿acaso odio yo a los animales? Si fuera alienígena seguro que me enamoraría de la humanidad.

Porque hacemos cosas increíbles, me lo negaréis. incluso tratándose de cosas terribles. ¿Qué es eso de infectar nuestro hogar con humos carbónicos? Ni los animales, fijaros. Pero también somos capaces de darnos cuenta del gran error que nos corroe ¡faltaría más! También, si me lo permitís, somos capaces de ser instrumentos de las musas, de escribir como por orden de divinidades, de coger un simple trozo de madera y grafito (lápiz para los que no puedan seguir mis tribulaciones) y de sacar nuestras entrañas a la luz de un papel en blanco... junto con alguna verdad universal como propina (casualidad que de ésto solo se dan cuenta los críticos, pobre artista ignorante).

Bueno, todo este rollo para aclarar que iré publicando cosas de la gente. Porque nos gusta la gente.


Daniel Farrell:
que tan amablemente me ha cedido la imagen de la cabecera del blog. Gran y joven artista que sin duda tendrá alguna relevancia en el mundo de la fotografía de aquí a algunos años.



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