28.12.09
Merry Xmas, Mr. Lawrence
Una cestita de bombones con envoltorios brillantes a mi lado, batalla de colores. Mientras, una copa de vino tinto- de ese de los buenos, ¿eh?, manchego, no rioja- está ni medio llena ni medio vacía, simplemente existe un dedo del líquido en su interior (bonita forma de medir la bebida, ¿verdad?). Este año no hay arbolito, ni velas, ni espumillón, ¡qué triste! Pues no... es que el tiempo se echa encima. No merece la pena decorar nada escasas horas antes de nada. Mierda. Sólo hay un nacimiento minúsculo, que creo que vino con lupa para poder observarlo a detalle sin perder el cristalino. No hay gato jugando con bolitas de cristal. No hay dueña gritando que no lo haga. ¿Regalos? otro "no", gracias... Que hay crisis. Maldita palabra.
Lluvia y aceras grises. De noche todo parece más alegre, incluso. Las pequeñas lucecitas todo lo inundan, dibujando formas ("¿Es eso una campana? Ah... no, es un reno. Pues vaya"). Y todas contrastan con el color del cielo. Negro incólume cuando no hay nubes que reflejen la contaminación lumínica. De vez en cuando aparece una personita minúscula brincando por la calle, con una sonrisita, los carrillos incendiados, la naricilla brillante y las manitas enfundadas en guantes. "Ojalá... niños de nuevo". Y arrancan una sonrisa melancólica.
Vas al banco "veamos si han ingresado, que ya es hora". Lo primero que te encuentras es un paquetito encima del cajero automático. Rojo. Con letras que rezan Afede y una formita blanda que lo delata. "Oh... vaya, mala suerte, nene. O nena", ojalá ser niños de nuevo. Oh dinero... qué bien sabe cuando es propio y ganado. Que se quede ahí.
El sol cobarde se esconde antes de tiempo. Antes, a veces, de empezar el día. Pena. Ojalá ser niños. Ojalá no saber verdades sangrantes. Ojalá encontrar paquetes bajo árboles, jugar con la nieve falsa y pretender que sea agua caída del cielo. Ojalá...
Nos hacemos mayores, Lawrence... lástima.
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