9.11.09
Monóxido de carbono
-No te cansas, ¿eh?
-Eso nunca - Su boca humeaba, como siempre.
-Deberías, aunque sólo fuera por respeto.
-Respeto... ¿a ti?
(Mirada asesina femenina)
-Vale... es el último - Tiró el cigarrillo con una mano, para luego esconderla en su abrigo.
-No te lo crees ni tu.
-Si fumaras me enamoraría de ti perdidamente.
-(Risa) ¿No lo estás ya?
-Yo no he dicho nada.
-Me gusta verte fumar.
-¿Y me lo dices ahora?- Hizo ademán de sacar el paquete de nuevo.
- Me gusta, parece que mientras lo haces piensas en algo profundo.
-No te equivoques, sólo pienso en ti.
-Sólo... hmm. ¿Es un cumplido o una broma de las tuyas? Bah... no he preguntado.
-¿Así que te gusta?
-Ni se te ocurra sacar otro, contigo no se puede ser sincera.
-(Risa) Ya sé. No te gusta el olor.
-Exacto. A ti tampoco. Reconócelo.
-¿Y qué te gusta?
Ambos se pararon en mitad del paseo. Él delante. Ella detrás. La bruma cubría las distancias y la inercia.
-Las castañas asadas, las mañanas de domingo, las especias, el chocolate negro, el café con mucho azúcar, los arándanos, el mar, el viento en la cara, un baño caliente, acariciar al gato, ese ambiente de las cafeterías, la música cuando aun estoy en la cama, el violín, el sol, las tormentas, los guantes, las rosas, viajar, el color...
-¿Algo más?
-... esa sonrisa.
***
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4 comentarios:
Las pequeñas porciones de felicidad que regala la vida.
Si...
Quizá falte algo más de interacción física durante la conversación. El mensaje que se trasmite por los gestos, el diálogo mudo paralelo, aquello que mágicamente queda trasmitido sin que lo escribas.
Pero el feedback está conseguido. Por el final hay alguna laguna de coherencia, pero nada que no se arregle releyendo (aunque sabes que un lector no debería repasar las líneas para captar el sentido).
Y... ¡ah! No sabría exactamente qué decirte sobre el final. Por una parte me parece algo manido el recurso, muy romántico, desde luego. Por la otra, me gusta que hagas uso de las Ideas del Corazón, es decir, que trasmitas sensaciones, sentimientos, que se note que te has emocionado al escribirlo. El buen lector lo advierte.
Y esto ya más personal, yo hubiera perfilado hacia los detalles de los detalles. Esa perfección es la que hace verdaderamente magnífica la existencia. Por ejemplo, y escogiendo de tu listado, lo que de verdad me estira la sonrisa del diafragma son las virutas de chocolate negro en la yema de los dedos, la bocanada de aire fresco en las orejas tibias, el primer sorbo de la taza de café (eso sí, amargo), el olor evaporado y destilado a acera mojada tras la tormenta, etc...
Y no podrías parar.
Tienes razón. He de decir (¿en mi defensa?) que lo escribí de forma espontánea. Y es obvio que lo espontáneo en materia de literatura debe ser rescrito para alcanzar esa perfección que dices.
Mi idea era plasmar de modo sincero un recuerdo en la memoria.
No quise añadir muchos elementos cinéticos, ni descripciones, porque precisamente tiendo a explayarme demasiado en los detalles (aquí te pido un simple acto de fe, pues no puedo enseñarte mis escritos). Por lo tanto... solo quise probar a centrarme en las palabras, eligiéndolas con cuidado, pero no volviendo a borrarlas una vez escritas. De tal forma que el lector pudiera imaginarse a ambas personas y al escenario como realmente les viniera a la cabeza, sin condicionamientos.
Sin embargo, sí que he querido plasmar cierta complicidad e ironía, pues el carácter de las personas es una de las cosas que quiero aprender a bocetar bien. Ese romanticismo manido ocurrió de verdad, y esa es la razón por la que se puede entrever la emoción. Aunque no es tan exagerada como puede parecer, es simplemente una enumeración de promesas que culmian en el deseo de hacer a alguien feliz.
De veras que me ha encantado tu crítica. aunque con ella hayas conseguido que desgrane esas líneas. Pero ya sabes que estamos aquí para aprender. Mil gracias...
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